La nutricionista Luz Barboza explica que este trastorno puede pasar desapercibido durante mucho tiempo, ya que muchas de sus conductas están normalizadas o incluso celebradas socialmente. “Hay personas que se dan atracones sin darse cuenta de que están atravesando un problema serio. No se trata solo de comer mucho, sino de hacerlo con una sensación de urgencia, pérdida de control y seguido por emociones negativas como culpa o vergüenza”, señala.
¿Qué es el trastorno por atracones y cómo identificarlo?
El trastorno por atracones se caracteriza por episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos en un corto periodo de tiempo, sin comportamientos compensatorios como el vómito inducido, el uso de laxantes o el ejercicio en exceso. Es decir, la persona no intenta “revertir” el atracón, lo que puede llevar a un aumento de peso, pero sobre todo, a una fuerte afectación en su bienestar emocional.
“Durante el atracón, la persona siente que no puede parar de comer, aunque no tenga hambre física. Muchas veces se busca llenar un vacío emocional o distraerse de una situación estresante”, explica Barboza. Además, aclara que no todas las personas que comen mucho en alguna ocasión tienen este trastorno, el diagnóstico debe estar respaldado por la frecuencia, el malestar que genera y la pérdida de control.
No se trata de prohibir alimentos
Uno de los errores más comunes al intentar “mejorar” la alimentación es caer en restricciones extremas. Para Luz Barboza, el equilibrio es la clave. “No está mal comer hamburguesas de vez en cuando. Demonizar alimentos solo aumenta la ansiedad en torno a la comida y puede favorecer los atracones”, sostiene.
Según la especialista, aprender a disfrutar de ciertos alimentos sin culpa es fundamental para construir una relación más saludable con la comida. “Está bien comer una hamburguesa, un chocolate o una pizza si es algo ocasional. Lo importante es cómo nos sentimos al respecto y si eso forma parte de un patrón desordenado o no”.
¿El huevo es malo? Todo lo contrario
Otro alimento que ha sido víctima de mitos es el huevo. “El huevo es uno de los alimentos más completos que existen. Aporta proteínas de alta calidad, grasas saludables, vitaminas A, D, E y del complejo B, además de minerales como hierro y zinc”, explica Barboza.
El miedo a su consumo, especialmente por su contenido de colesterol, fue desmentido por estudios recientes. “En personas sanas, el consumo de huevo no representa un riesgo cardiovascular. Incluso puede formar parte del desayuno o cualquier comida principal sin problemas”, añadió.
Cuidar lo que comemos es una forma de querernos
Más allá de lo nutricional, la alimentación tiene un fuerte componente emocional y cultural. Para la nutricionista, hablar de salud también es hablar de autocuidado. “No se trata de seguir una dieta estricta o de eliminar todo lo que nos gusta. Se trata de escucharnos, de entender nuestras emociones y de elegir alimentos que nos hagan bien sin obsesionarnos”, indica.
También subraya la importancia de no compararse con otros. “Cada cuerpo, cada historia y cada necesidad es distinta. Lo que le funciona a una persona puede no ser adecuado para otra”, recordó.
Buscar ayuda también es salud
Finalmente, Luz Barboza invita a quienes se sientan identificados con algunos de estos comportamientos a consultar con profesionales.
“Pedir ayuda no es signo de debilidad, sino de fortaleza”
Hay tratamientos, acompañamiento y recursos para mejorar la relación con la comida y con uno mismo, agregó.