19 sept. 2024

Redes criminales desde las cárceles: el caso de Cereso y el uso de la tecnología para cometer estafas

Un reciente operativo de la Policía Nacional reveló la existencia de una estructura criminal que operaba desde el interior del Centro de Reinserción Social (Cereso) en Itapúa, dedicada a estafar a personas tanto en Paraguay como en países vecinos, como Uruguay y Brasil.

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A pesar de estar recluidos, los cabecillas de esta organización delictiva lograron llevar adelante una serie de fraudes y extorsiones, moviendo sumas millonarias y vaciando cuentas bancarias a distancia. Este caso plantea serias dudas sobre la seguridad y control dentro de las cárceles y cómo las nuevas tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial (IA), pueden facilitar estos delitos.

El modus operandi desde las cárceles

El grupo criminal, liderado por Hilario Villalba Álvarez, alias Copete, y Arnaldo Andrés Benítez Altamirano, alias Chicha, operaba desde el penal de Cereso en Itapúa, una prisión donde ambos disfrutaban de ciertos privilegios. A pesar de sus condenas por delitos graves como robo agravado, homicidio doloso y tráfico de drogas, lograron organizar una red de estafas utilizando teléfonos celulares y conexiones externas para suplantar identidades y vaciar cuentas bancarias. Las transacciones ilegales alcanzaron los G. 2.500 millones, involucrando a familiares y otros cómplices fuera del penal que facilitaban las operaciones.

Villalba, quien tenía semilibertad, aprovechaba sus horas fuera de la cárcel para coordinar las actividades ilícitas, mientras que Benítez actuaba desde el interior de su celda. Ambos manipulaban a sus allegados para realizar transacciones por sumas que ascendían a decenas de miles de dólares. Las autoridades lograron identificar alrededor de 190 casos de suplantación de identidades, exponiendo la magnitud de la operación.

El papel de la inteligencia artificial en las estafas

La evolución de la tecnología ha jugado un rol clave en la sofisticación de los fraudes financieros, la inteligencia artificial (IA) ofrece herramientas avanzadas que pueden ser utilizadas tanto para prevenir como para facilitar delitos. Mientras las fuerzas del orden y las instituciones financieras recurren a la IA para detectar patrones inusuales y combatir el fraude, las organizaciones criminales también se adaptaron, aprovechando las tecnologías para perfeccionar sus métodos.

En el caso de las estafas desde las cárceles, la IA puede ser utilizada para generar comunicaciones más creíbles, suplantar identidades de forma convincente y ejecutar ataques más coordinados y automatizados. A través de técnicas de ingeniería social mejoradas por la IA, los criminales pueden extraer información personal de las víctimas, manipularlas emocionalmente y vaciar sus cuentas con mayor precisión. Además, la IA puede facilitar la automatización de tareas como el envío masivo de mensajes fraudulentos o la creación de perfiles falsos en redes sociales, todo sin necesidad de intervención humana directa.

¿Por qué es tan difícil controlar estas operaciones?

Uno de los principales desafíos para frenar estas actividades delictivas desde las cárceles es el uso indiscriminado de dispositivos móviles y acceso a internet por parte de los reclusos. A pesar de las restricciones, muchos internos logran acceder a herramientas tecnológicas que les permiten continuar con sus actividades ilegales. Las cárceles, en lugar de ser centros de rehabilitación y control, se convierten en la base de operaciones para sofisticadas redes criminales que encuentran en la virtualidad un terreno fértil para estafar.

Las autoridades admiten que, a pesar de los esfuerzos por controlar el uso de teléfonos en las cárceles, la entrada de dispositivos sigue siendo un problema recurrente. El avance de las nuevas tecnologías y la posibilidad de acceder a internet desde casi cualquier lugar ha facilitado la operación de redes delictivas dentro de las prisiones, donde los líderes criminales mantienen el control de sus negocios ilícitos desde sus celdas.

El reto futuro: combatir el fraude en la era digital

El caso de Cereso en Itapúa no es único; el problema de las estafas desde las cárceles es una cuestión global, potenciada por el avance de las tecnologías digitales y el uso de inteligencia artificial.

En Paraguay, el desafío es doble: mejorar la seguridad y control dentro de las cárceles, evitando que los reclusos puedan acceder a tecnologías que les permitan delinquir, y, por otro lado, fortalecer los mecanismos de vigilancia financiera a través de inteligencia artificial y otras herramientas tecnológicas para anticipar y neutralizar este tipo de operaciones.

El uso de IA tanto para el crimen como para combatirlo representa un escenario de “gato y ratón”, donde las fuerzas de seguridad deben estar un paso por delante. En el caso de la red criminal desmantelada en Cereso, queda claro que las cárceles ya no son simplemente lugares de reclusión física, sino que se han convertido en bases virtuales desde donde se perpetran delitos de alto impacto económico.