23 nov. 2024

Un repaso de la arquitectura en 200 años de historia

Diversos y variados son los estilos arquitectónicos que adornan Asunción. En una breve reseña, realizada por el arquitecto y catedrático José Rivarola Masi, se exponen estos estilos, presentes en los edificio paraguayos.

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La herencia de la Colonia 1537-1811

El proceso independentista encuentra al Paraguay con las características de una comunidad en régimen de subsistencia, olvidada de la metrópolis, en la cual prácticamente no existían núcleos urbanos, siendo incluso Asunción una comunidad todavía semirural. En tal orden de cosas, la arquitectura entraba dentro de las características de una manifestación eminentemente popular, con unos pocos edificios significativos tanto por su escala como por el uso al que se destinaban. Así sobresalían la casa del gobernador y algunos conventos y cuarteles, los cuales no han sobrevivido hasta nuestros tiempos, aunque de algunos de ellos tenemos algún testimonio fotográfico (Ej. Casa del gobernador, demolida a comienzos del siglo XX). De la arquitectura residencial de la época sí nos quedan ejemplos, aunque escasos: la casa Viola (hoy museo de la ciudad dentro del Centro Cultural Manzana de la Ribera), la llamada Casa de la Independencia, hoy museo, que fuera originalmente residencia de la familia Martínez Sanz, y la casa Castelví, también como parte del Centro Cultural Manzana de la Ribera.

Características de la producción arquitectónica de ese periodo serán su carácter ya comentado de popular: tecnologías simples (estructuras portantes de madera, cerramientos de muros de estaqueo o adobe, aberturas sencillas), organizaciones espaciales también muy simples, y una decidida vocación colectiva manifestada en las galerías contínuas que uniformizaban el paisaje “urbano” de la época. En dichas galerías, de propiedad entre pública y privada, se desarrollaba la interacción social entre los habitantes de las reducidas comunidades urbanas de la época.

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La época francista 1813-1840

Luego del corto período en el que suceden diversos gobernantes y formas de gobierno, en 1814 el Dr. Francia es proclamado dictador temporal (y luego dictador perpetuo en 1816). El Dr. Francia da un sesgo totalmente diferente a la política y la economía en el Paraguay, con respecto a lo que ocurría en el resto del continente. Sometiendo al país a un aislamiento casi total (en gran parte, impuesto por los bloqueos a los ríos efectuados por las provincias argentinas, desarrolla una economía autárquica. En casi 30 años de gobierno se avanza poco en el desarrollo de los núcleos urbanos, y en el caso de Asunción, más bien se retrocede, ya que el Dictador impone una rectificación a la retícula de la ciudad, hasta entonces orgánica, demoliendo gran parte de lo existente y avanzando bien poco en su reconstrucción. De cualquier manera, desde el punto de vista arquitectónico se trata de una etapa de continuidad de las tradiciones tecnológicas y espaciales de la colonia. Se producen apenas innovaciones tecnológicas: cambio de las estructuras portantes de madera por pilares de mampostería y paredes portantes, y se cierra el periodo con una ausencia casi total de obras públicas. Entre los escasos ejemplos de obras del periodo podemos citar al Cabildo de la ciudad de Pilar.

El gobierno de Carlos A. López

Como parte de su proyecto integral para el país, el pte. Carlos A. López inició una política de obras públicas de gran envergadura, que partiendo de la reconstrucción de la ciudad de Asunción (que estaba semiderruída por las demoliciones efectuadas para adaptar la trama de la ciudad a la retícula ), abarcaba una serie de nuevos temas hasta entonces desconocidos en el país: escuelas, estaciones de ferrocarril, muelles, arsenales, etc. La obra pública de Carlos A. López, abundante y de excelente calidad, se convirtió en icónica de un proyecto de país y de su tiempo.

Específicamente en el caso de la arquitectura, podemos hablar de la imposición paulatina de un nuevo patrón cultural que va dejando atrás la tradición colonial: un patrón que caracterizaríamos como de transición hacia el clasicismo, entendido éste como signo de la modernidad, conservando ciertos valores propios como parte de la conciencia nacionalista que también formaba parte del proyecto país. como paradigma de la modernidad . Desde el punto de vista tecnológico, se deja atrás por completo la estructura colonial portante de madera, y se trabaja desde entonces con paredes portantes de mampostería; con esto, desaparece el “lance”, el módulo estructural-espacial en uso durante la colonia, correspondiente a la longitud máxima de una viga de madera. Se introducen nuevos materiales, sobre todo el hierro, presente en la escalera caracol de la casa del presidente en Trinidad, y en la insólota escalera metálica vidriada del Cabildo.

Se inicia en el Paraguay la “arquitectura de fachada”, dejando atrás las coloniales galerías sobre la calle; y aparece el concepto de “monumento”, hasta entonces ausente en las precarias poblaciones.

Trabajan profesionales paraguayos como los maestros Pascual Urdapilleta y Tomás Vergés; y otros extranjeros traídos por el gobierno, como Alejandro Ravizza, Alonzo Taylor y otros.

Principales obras todavía en pie: el Cabildo de Asunción, la catedral de Asunción, iglesias de Trinidad (lo mejor del período), Recoleta, Lambaré, la Recova de Aduanas, la estación central del Ferrocarril.

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El gobierno del Mcal. Francisco Solano López

Durante el corto gobierno del Mcal. López se produce la culminación del proceso iniciado en el gobierno anterior, pero acentuado en su faceta europeizadora debido al viaje que realizara el Mariscal al Viejo Continente. Se produce el triunfo del estado mercantilista y con él, la utilización de las obras públicas para prestigiar al estado. El clasicismo incipiente de las obras de don Carlos se convierte en una decidida mimesis con todo lo europeo presente en lo proyectado durante la presidencia de su hijo. Las obras mas representativas son: el Oratorio de la Virgen de la Asunción, terminado recién en 1936, proeza técnica y estilística obra del italiano Ravizza, iglesia de planta central sin precedentes en el país; las residencias de los hermanos del Mariscal, Benigno y Venancio, la propia residencia privada del Mariscal (actual Palacio de Gobierno, el demolido Club Nacional, la residencia de Mme. Lynch, etc.

El periodo liberal 1870 – 1936

Y lo llamamos liberal por ser el periodo de vigencia de la Constitución de 1870, de neto corte liberal. La reconstrucción del país después de la hecatombe de la guerra estsuvo acompañada por la venida un contingente de inmigrantes europeos, entre ellos varios maestros constructores, que imprimirán su sello al paisaje urbando paraguayo. Sobre todo destacan los profesionales italianos (Colombo, Grassi, Rapetti, Pozzi y otros), por lo que el auge del academicismo eclecticista tendrá en Paraguay un marcado carácter italiano, y no francés como sucedió en los otros países de la región. Esta corriente uniformizará de nuevo el paisaje de los grandes centros urbanos del momento: Asunción, Villarrica y Concepción verán surgir tiras enteras la nueva arquitectura, conformando conjuntos de verdadera calidad, todavía admirables en ciertas zonas de nuestras ciudades. Cabe resaltar en el caso de Asunción la expansión que se produce hacia el este, hacia Fernando de la Mora, en torno a los ejes conformados por las actuales avenidas España y Mcal. López, donde las familias acomodades comenzaron a construir sus casas quinta, obras en las que es de admirar la certera conjunción de arquitectura y naturaleza. Ejemplos de esta época: arquitectura de “fachadas-tapa” de los centros urbanos de Asunción, Villarrica y Concepción. Las villas sobre la avda. Mcal. López. En cuanto a la arquitectura institucional: nueva iglesia de la Encarnación, Municipalidad de Asunción (antigua sede), palacio Patri (actual sede de Correos), colegio De La Providencia, edificio de la Industrial Paraguaya, hospital, aduana y palacio municipal de la ciudad de Concepción, catedral de Villarrica, entre otros muchos.

A partir del año 1900 aparece en el país una reacción antiacademicista, que no adquirirá el carácter masivo que tuvo en otros países del continente, pero que dejará interesantes ejemplos de esta vertiente, sobre todo en la ciudad de Asunción, donde tenemos el Hotel Hispania del maestro Clari, de magnífica fachada modernista a la catalana, la casa Fratta del mismo autor, con un interesante manejo de los motivos art nouveau, además de otras obras ya demolidas. Este antiacademicismo se desarrollara al mismo tiempo que el academicismo, que seguirá gozando de buena salud hasta bien entrado el siglo, realizándose obras en este estilo incluso hasta en la década del ’40.

Otras corrientes de presencia internacional tendrán su eco también aquí en el país, pero sin llegar nunca a la omnipresencia del academicismo eclecticista : así tenemos el neocolonial, presente por ejemplo en la iglesia de San Roque González, obra del año 1937; la “arquitectura imperial”, ese monumentalismo que tuvo gran suceso en Italia, aparece por ejemplo en ciertas obras de Alfaro, principalmente en el proyecto para la nueva Basílica de Ca’acupé. Entre clasicista y monumentalista, no podemos dejar de citar al excelente Banco Central (hoy Banco de Fomento), obra de los argentinos Sánchez, Lagos y De la Torre, construido con una calidad de diseño y ejecución probablemente única en el país. Y por último el Art-Decó, movimiento nacido en París en la exposición de ese nombre, que en su versión vernácula llegará hasta los más alejados rincones del territorio. En Asunción tenemos un excelente ejemplo, el edificio Marcopolo.

La arquitectura contemporánea 1980 – 2010

A partir de la década del ’40, y con la llegada de los primeros profesionales arquitectos paraguayos diplomados en el exterior (Homero Duarte, Francisco Canese y Natalio Bareiro provenientes del Uruguay, Oscar Rivas y otros del Brasil) irrumpe una corriente que produce una transformación en el paisaje urbano asunceno, una arquitectura de neta influencia moderna, aunque con características propias: la ausencia del fuerte contenido social de la propuesta original europea (tal vez debido a la ausencia de un movimiento socialista realmente representativo del sentir popular en el país en ese momento) y una gran sensibilidad (conciente o no) hacia el contexto, factor éste último que hace que las obras realizadas se integren armónicamente con el entorno construido, representado mayormente por obras academicistas y posteriormente por otras de repertorio antiacadémico y art decó, y también con el entorno natural, característico de nuestra ciudad aún en nuestros días, con el verde siempre presente. Esta integración con el contexto se produce tanto en las áreas del centro, con su arquitectura de fachadas tapa definiendo fuertemente los límites de la manzana, como en las avenidas de casas quinta (actuales España y Mcal. López), con su magnifica arquitectura de villas conviviendo en armonia y realzadas por el marco de la vegetación del lugar. Durante este período se realizan no solamente obras particulares sino también importantes edificios públicos, como el edificio de I.P.S. de las calles Herrera y Constitución, el edificio del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, la sede de la Junta de Gobierno de la A.N.R., todos ellos con la impronta de la nueva corriente, y todos ellos realizados con gran calidad de diseño y de ejecución.

En la década de los ’50 y ‘60 este soplo renovador de la arquitectura recibe un fuerte impulso dado por cuatro acontecimientos muy importantes desde el punto de vista arquitectónico y provenientes tres de ellos del Brasil, país en el que el Movimiento Moderno había adquirido una sorprendente vitalidad y prestigio y un carácter propio: la construcción del futuro Colegio Experimental Paraguay-Brasil, con proyecto del maestro brasileño Alfonso Reidy, sin dudas una obra maestra de la arquitectura brasileña y mundial, implantada en nuestro territorio; el llamado a concurso internacional para el proyecto del Hotel Guaraní, concurso del cual saldría triunfador otro proyecto de autoría brasileña, en este caso del arquitecto Rubens Vianna, un diseño polémico en su momento pero que con el paso del tiempo se reveló capaz de sortear las críticas (aunque menos capaz de sobrevivir a la desidia y la falta de mantenimiento), y fue por años el símbolo por excelencia de la ciudad de Asunción, siempre presente en las postales de la época; en tercer lugar, la actividad profesional de un arquitecto brasileño dotado de exquisita sensibilidad, Saturnino de Britos, quien nos legaría un número importante de obras (principalmente viviendas), entre ellas una de las más bellas residencias de la ciudad de Asunción, la actual Embajada de Taiwan, originalmente proyectada para el general Rodríguez; y por último, la creación de la Facultad de Arquitectura en el año 1957, que empezaría a lanzar profesionales a partir de los primeros años de la década del ’60.

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La década del ’70 sería testigo de un cambio radical en la arquitectura y urbanismo, cambio causado principalmente por el “boom” económico producido por Itaipú. Aparece una burguesía empresarial que, dotada de una falsa idea de progreso o modernidad, busca para sus realizaciones otros modelos totalmente ajenos al tiempo y lugar que le toca vivir, una arquitectura ecléctica, de “revivals” y pintoresquismos, que conformará buena parte del paisaje urbano de los nuevos barrios residenciales. El boom económico permite también el surgimiento de un pujante mercado inmobiliario que en aras del progreso malentendido, derribará buena parte del patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad y dejará en estado de total abandono el resto. En los años ’80 se iniciará un proceso de progresivo abandono y degradación del centro histórico, totalmente huérfano de inversiones que garanticen su vigencia como núcleo vital de la ciudad. Paralela a esta desvalorización de todo lo “antiguo”, las obras de influencia moderna sufren también un desprestigio que las llevaría al rechazo y al olvido, en parte debido a problemas técnicos no resueltos (por ejemplo el desagüe de los típicos techos planos), pero sobre todo debido a que su estética sobria, austera y refinada no condecía con las aspiraciones de ostentación de la recientemente enriquecida burguesía empresarial.

Desde finales de los ’90 y hasta el momento, se produce una revalorización de parte de aquello que antes se había despreciado, y surgen entonces los “reciclajes” y “puestas en valor”, con obras que prestigiarán tanto a sus autores como a sus propietarios, y que alcanzan un verdadero valor arquitectónico: oficinas del Banco de Inversiones del Paraguay, oficinas del Banco Holandés Unido, entre otras. Sin embargo esta revalorización no alcanza al Patrimonio Moderno, que sigue hasta hoy olvidado y abandonado, víctima de toda clase de actuaciones, la mayoría de las veces muy desafortunadas. Obras emblemáticas como los antes nombrados Colegio Experimental Paraguay-Brasil y Hotel Guaraní, se encuentran en lamentable estado de abandono, al mismo tiempo que se han realizado en ellas innumerables intervenciones que las desvirtúan. Otras obras, como las viviendas particulares diseñadas por Saturnino de Britos, simplemente pasan desapercibidas tanto para el público en general como para sus propietarios (que en general no las valoran) como para los profesionales arquitectos y los estudiantes de arquitectura.
Texto: Arq. José Rivarola Masi
Fotos: Víctor Gayoso