Los asaltantes obligaron a la madre a abandonar su vehículo, aparentemente, sin percatarse de la presencia de la niña en el asiento del acompañante, por lo que se dieron a la fuga con el rodado y la niña. Unas cuadras después, por alguna razón la menor terminó colgada a la puerta del auto y arrastrada por 15 calles.
Todo finalizó de la peor manera, la niña perdió la vida a causa de un shock hipovolémico debido a una serie de traumatismos y fracturas múltiples. El hecho generó y sigue generando indignación en los argentinos, quienes incluso hablan de pena de muerte para los culpables, a pesar de que estos son menor de edad y de que la ley de dicho país no menciona tal castigo.
Los aprehendidos, de 17 y 14 años
Según la policía bonaerense, el asaltante de 17 años realiza fechorías desde los 14 años, acumulando antecedentes por robos en poblados, tentativas de robo y daños, entre otros delitos que conforman su hoja de ruta. Para abril de 2024, el mismo figuraba ya con 11 ingresos a comisarías.
Por su parte, el detenido de 14 años no contaba con antecedentes previos, pero su padre se encuentra en presión desde hace ya varios años. Se lo menciona como el que habría intentando lanzar a la niña por la ventana del rodado, lo que llevó a que la misma quedara colgada.
¿Por qué se pierden los adolescentes?
De manera a tratar de conocer las circunstancias que llevan a los adolescentes, a cometer un horror como el acontecido en La Plata-Argentina, este medio contactó con dos profesionales en psicología, quienes mencionaron algunas posibles causas.
“No hay una única causa, pero podemos identificar varios factores que suelen influir en conductas violentas y delictivas en menores”, empezó mencionando Melissa Sánchez, quien citó cuanto sigue:
- Falta de vínculo y contención emocional: Niños y adolescentes que crecen en entornos de abandono emocional o negligencia.
- Hogares desestructurados y carencias afectivas: La ausencia de límites claros, la exposición a violencia dentro del hogar.
- Condiciones socioeconómicas y cultura del desapego: pobreza extrema, la falta de oportunidades, la normalización de la violencia en el entorno y el acceso temprano a actividades delictivas.
- Falta de sentido de responsabilidad y consciencia del impacto de sus actos
“En muchos casos, la ´mala junta´ no es la causa principal, sino la falta de identificación con figuras de autoridad o referentes saludables. Si un adolescente se siente rechazado por sus núcleos o círculos, es más probable que busque pertenencia en grupos que refuercen conductas violentas o delictivas”, resaltó.
“Si un adolescente se siente rechazado por sus núcleos o círculos, es más probable que busque pertenencia en grupos que refuercen conductas violentas o delictivas”
Un caso que “invita a reflexionar”
Por su parte, Nicole Auteri, habló de la importancia de la reflexión como sociedad y su rol de educador. “Hay múltiples factores que pueden influir, como la falta de contención familiar, la exposición a la violencia, el consumo de drogas o incluso trastornos emocionales no tratados. Sin embargo, ss fundamental que como comunidad fomentemos valores esenciales desde la infancia: el respeto, la empatía, la responsabilidad y el amor por la vida propia y la ajena”.
“No podemos controlar todos los riesgos que existen en el mundo, pero sí podemos influir en la educación y el entorno emocional de nuestros hijos. Brindarles amor, acompañamiento y límites sanos es la mejor forma de ayudarles a convertirse en adultos responsables y conscientes de sus acciones”, acotó.
El dolor de un padre y una madre que despide a su hijo
En cuanto a lo que respecta el duro impacto en la vida de un padre, tras el fallecimiento de un hijo, como el caso de Kim Gómez, de tan solo 7 años, ambas profesionales explicaron que se trata de un dolor de nunca acabar.
“la muerte de un hijo representa la pérdida de un futuro, de sueños compartidos y de momentos que ya no podrán vivirse. Es un duelo profundo y complejo”.
“La muerte de un hijo es una de las experiencias más devastadoras que un ser humano puede atravesar, pero cuando ocurre de una manera tan brutal, el dolor se amplifica. No es un duelo natural o esperable; los padres pueden quedarse atrapados en el momento del horror, con imágenes recurrentes y una sensación de irrealidad y desesperanza”, comentó la licenciada Sánchez.
Según la profesional, dicho duelo puede generar en los padres: Sensación de culpa y preguntas sin respuesta, desconfianza en el mundo, pérdida de sentido la sensación de seguridad, depresión, ansiedad y deseos de venganza.
Duelo profundo y complejo
Finalmente, Auteri refirió que “la muerte de un hijo representa la pérdida de un futuro, de sueños compartidos y de momentos que ya no podrán vivirse. Es un duelo profundo y complejo, que puede prolongarse en el tiempo y transformar por completo la vida de quienes quedan”.
“En estos casos, el apoyo de la familia, la comunidad y, en muchos casos, el acompañamiento psicológico, son clave para ayudar a sobrellevar el proceso de duelo”.