La noticia de la muerte del pequeño Milán Alexander, quien no pudo soportar más, tras un trasplante de corazón que duró 15 largas horas, pegó duro en la población en general. Sin embargo, su historia se convirtió en una inmensa campaña de concienciación sobre la donación de órganos.
El mismo, esperó más de un año conectado a un “Berlín Heart” o corazón artificial, por un donante que finalmente llegó. Sin embargo, anteriormente había recibido varias negativas por parte de potables donantes.
Se lo negaron varias veces
La doctora Nancy Garay, jefa de Cardiología del Hospital Pediátrico Acosta Ñu, en conversación con este medio comentó que “una cantidad importante de potables donantes le habían dicho no a Milán, creo que entre 7 y 9 que aparecieron durante un año y le dijeron que no”.
El niño hoy “angelito”, dejó a su vez una huella imborrable de la vida de todos quienes estuvieron cerca suyo durante su lucha. “Milán fue un niño muy valiente, luchó hasta el final pero lastimosamente sus fuerzas ya no daban para poder disfrutar de esa donación que llegó”, refirió la médica.
5 a 8 niños en la lista de espera, por año
La profesional, citó además un número aproximado de niños pacientes por año, en lista de espera por un nuevo corazón. “Siempre tenemos un promedio de 5 a 8 pacientes en lista de espera por año”.
“Ahora tenemos a una niña de dos años (Jimena Jazmín) con ´Berlin Heart´ desde hace unas semanas, esperando un trasplante, y luego tenemos tres pacientes más en sus casas, con controles periódicos por cardiología. Son todos escolares, menores de 12 años”, explicó.
¿Por qué la negatividad de las personas?
La doctora Garay, habló también a cerca de la negativa que suelen recibir por parte de familiares de potables donantes de órganos.
“Al corazón le atribuimos los atributos del amor, entonces, ese corazón que ocupó un lugar tan importante en la vida de un ser querido, al pasar a ser el órgano más importante de otro ser humano, es como proyectar o prolongar la vida de ese mismo corazón”
“En mi experiencia, la negativa es más por desconocimiento, por tabúes que tienen que ver con respecto a la mutilación y el vaciamiento de los órganos del donante. Lo que se hace es una cirugía programada con mucho respeto hacia el donante y, donde se extraen solamente los órganos o los tejidos a ser donados, y el paciente queda como cualquier otro paciente operado”, explicó.
¿Una cuestión religiosa?
“Otro miedo que suele haber, es que sería como un sacrilegio, y si lo fuera, las religiones no aceptarían la donación de órganos. Sin embargo, la iglesia lo acepta porque que es un mecanismo para salvar vidas. Religiones como el cristianismo, el catolicismo, el hinduismo, los musulmanes, aceptan la donación de órganos”, continuó.
Finalmente, explicó la sensación que deja en la familia, el hecho de haber donado un corazón para preservar una vida. “Al corazón le atribuimos los atributos del amor, entonces, ese corazón que ocupó un lugar tan importante en la vida de un ser querido, al pasar a ser el órgano más importante de otro ser humano, es como proyectar o prolongar la vida de ese mismo corazón”.
“Tendríamos que abordar todo este tema desde ese punto de vista, del misticismo y del valor de la vida. Esa debe ser la visión y el mensaje”, finalizó.