De acuerdo con estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para este 2025 alrededor de 800.000 puestos de trabajo en el país estarán expuestos a transformaciones impulsadas por esta tecnología emergente. A medida que avancen los años, esta cifra podría casi duplicarse, alcanzando los 1,4 millones de empleos afectados hacia 2035.
Estas proyecciones forman parte de un amplio análisis realizado por el BID sobre el efecto potencial de la inteligencia artificial en diversas ocupaciones, en el marco de su estrategia regional para promover una adopción responsable e inclusiva de estas herramientas.
El riesgo de no adaptarse
Lejos de referirse a un reemplazo inmediato de trabajadores, el organismo financiero internacional hace énfasis en la “exposición” al cambio: tareas que serán modificadas, automatizadas o complementadas por la IA. La clave, según los especialistas del BID, está en la capacidad de adaptación del trabajador y en la preparación de políticas públicas que acompañen ese proceso.
Eric Parrado, economista jefe y consejero económico del BID, señala que la automatización impulsada por la IA afectará principalmente a sectores como soporte administrativo, producción industrial y ventas. Son áreas donde las tecnologías actuales ya han demostrado ser capaces de ejecutar con precisión tareas como el ingreso de datos, el control de inventarios y el procesamiento de operaciones rutinarias.
En contraste, las ocupaciones relacionadas con servicios comunitarios, salud y educación presentan menor vulnerabilidad frente a estos avances, debido a que requieren interacción humana, juicios complejos o habilidades físicas que las máquinas aún no pueden replicar eficientemente.
Una herramienta para anticipar el cambio
Con el objetivo de medir con mayor precisión esta exposición, el BID desarrolló el índice GENOE (Índice Generado por IA de Exposición Ocupacional), que clasifica a las ocupaciones en función del grado de susceptibilidad al impacto de la inteligencia artificial. Esta herramienta, presentada a finales del año pasado, pretende guiar tanto a gobiernos como al sector privado en la planificación de políticas de capacitación y reconversión laboral.
El índice también puede resultar útil para los trabajadores, ya que les proporciona una referencia sobre los cambios que podrían enfrentar en sus áreas laborales y los orienta en el desarrollo de habilidades más resistentes a la automatización, como la creatividad, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional.
Panorama en Paraguay y la región
Aunque el índice GENOE no incluye datos específicos por país, el representante del BID en Paraguay, Alonso Chaverri Suárez, se refirió a su aplicación en el país durante un evento por el aniversario de la Cámara de Empresas Maquiladoras del Paraguay (Cemap). Según mencionó, se estima que para este año, unos 800.000 empleos estarán en zonas de exposición a la IA. En un plazo de cinco años, la cifra aumentaría a 1,2 millones y, en diez años, alcanzaría los 1,4 millones.
Chaverri subrayó que “hablar de exposición no es lo mismo que hablar de reemplazo; exponerse significa adaptarse”. Por eso, destacó la importancia de que el sector público y privado trabajen de forma articulada para fortalecer capacidades humanas que complementen a las nuevas tecnologías.
En el contexto regional, el BID calcula que en América Latina y el Caribe unos 84 millones de empleos estarán expuestos a la IA en el próximo año. Esta cifra podría elevarse a 114 millones en cinco años y a 132 millones para 2035, lo que implica un desafío sin precedentes para los sistemas de formación y reconversión profesional.
Desigualdades y desafíos pendientes
El análisis también advierte sobre ciertas desigualdades estructurales que podrían profundizarse con la irrupción de la inteligencia artificial. Por ejemplo, trabajadores con niveles educativos más bajos tienden a ocupar empleos con mayor exposición a la automatización. Asimismo, las personas con menores ingresos corren más riesgo de ver modificadas o desplazadas sus ocupaciones, en comparación con quienes se ubican en quintiles de ingresos más altos.
Otro dato revelador es que las mujeres, en los tres escenarios temporales estudiados (2025, 2030 y 2035), resultan más vulnerables frente a la IA. Esto se debe a que ellas representan una mayoría en puestos administrativos, de oficina y de atención al cliente, sectores altamente susceptibles a la automatización.
Frente a este panorama, el BID insta a los gobiernos a implementar políticas públicas que promuevan la equidad en la transición tecnológica y reduzcan los impactos negativos sobre los segmentos más vulnerables de la población trabajadora.
La inteligencia artificial representa una oportunidad de crecimiento y eficiencia, pero también plantea desafíos importantes para el futuro del trabajo. En Paraguay, como en el resto de América Latina, el éxito de esta transformación dependerá de la capacidad de anticipación y respuesta de las instituciones, empresas y personas.