Mientras algunos defensores del proyecto argumentan que este ajuste podría mejorar la seguridad, otros, como la senadora Esperanza Martínez, cuestionan su efectividad y la falta de estudios técnicos que respalden tal medida.
Contexto
El horario de verano, que tradicionalmente se implementa durante algunos meses del año, busca aprovechar al máximo las horas de luz solar para reducir el consumo energético y mejorar la productividad. Sin embargo, el reciente proyecto busca hacer permanente esta medida en Paraguay, lo que implica cambios en el día a día de la población durante todo el año.
Opiniones a favor
Algunos impulsores del proyecto afirman que la permanencia del horario de verano podría contribuir a reducir los índices de inseguridad, ya que las personas tendrían más horas de luz en las tardes, lo que permitiría realizar actividades en un entorno más seguro. Argumentan también que este ajuste podría favorecer la actividad económica, ya que extendería las horas de trabajo y comercio bajo luz natural.
Críticas de los opositores
La senadora Esperanza Martínez, una de las principales voces críticas del proyecto, sostiene que no hay evidencia clara de que el cambio de horario vaya a impactar positivamente en la seguridad. “¿De qué seguridad estamos hablando?”, pregunta la senadora, refiriéndose a los problemas estructurales, como la falta de alumbrado público en ciertas zonas, que no se resolverían solo con un cambio de horario. Además, critica la ausencia de informes técnicos que respalden los beneficios del proyecto, señalando que sin objetivos claros, la medida parece más un parche que una solución real a problemas complejos como la seguridad o la productividad.
Impacto en la educación
El viceministro de Educación Básica, David Velázquez, también expresó sus inquietudes sobre cómo este cambio afectaría a los estudiantes y docentes. El principal desafío radica en la seguridad, especialmente en los turnos de mañana y noche, donde la oscuridad matutina podría desplazar el problema de la inseguridad a esas horas. Además, Velázquez señala que un cambio permanente en el horario podría complicar la vida de los docentes que trabajan en doble turno, así como de los padres que llevan a sus hijos a la escuela antes de dirigirse a sus trabajos.
La propuesta de mantener el horario de verano durante todo el año enfrenta un debate profundo que no solo toca temas de seguridad y economía, sino también aspectos sociales y educativos. Mientras algunos ven el cambio como una solución para mejorar la vida diaria, otros cuestionan su efectividad, señalando la necesidad de políticas públicas más integrales.