26 mar. 2025

El límite entre la disciplina y el abuso: crecen las denuncias en academias militares

La disciplina y la formación rigurosa fueron siempre “la base” en la educación militar. Sin embargo, en Paraguay, las denuncias por agresiones físicas dentro de estos centros encendieron las alarmas sobre los límites entre la exigencia y el abuso.

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Este lunes, una comitiva del Tribunal de Justicia Militar llegó hasta el Colegio Militar de Suboficiales del Ejército (COMISOE), en Encarnación, para investigar presuntos maltratos físicos contra aspirantes.

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El fiscal general militar, Cnel. Ernesto Cabrera, confirmó que la investigación se centra en hechos de abuso de autoridad, lesiones y faltas contra la disciplina militar. Hasta el momento, solo una víctima formalizó su denuncia, pero las autoridades no descartan que haya más afectados.

Este nuevo episodio se suma a una serie de casos recientes que ponen en tela de juicio las prácticas dentro de los institutos militares. La reiteración de denuncias sugiere no solo fallas en los mecanismos de control y prevención, sino también la existencia de una cultura de violencia arraigada que, lejos de erradicarse, parece persistir a pesar de los compromisos asumidos por las autoridades.

Psicólogos especializados en trauma enfatizan que el abuso dentro de instituciones formativas puede generar consecuencias graves, como estrés postraumático, ansiedad y una distorsión en la percepción de la autoridad. Por su parte, especialistas en educación militar sostienen que la disciplina debe basarse en el respeto y la exigencia, sin recurrir a prácticas degradantes que atenten contra la dignidad de los cadetes.

Antecedentes preocupantes

Los casos de agresiones dentro de instituciones militares han salido a la luz con preocupante frecuencia en los últimos meses. Hace apenas una semana, un aspirante de primer año fue brutalmente golpeado dentro del Hospital Militar y tuvo que ser trasladado al Hospital de Trauma debido a la gravedad de sus lesiones. En este caso, los presuntos agresores fueron identificados y enviados a la cárcel de Viñas Cué, pero el hecho deja en evidencia que las medidas disciplinarias previas no consiguieron frenar la violencia.

En mayo de este año, un joven de 20 años denunció haber sido agredido en la Academia Militar (ACADEMIL) por un cadete de un curso superior. En ese entonces, el ministro de Defensa Nacional, Óscar González, repudió la agresión y aseguró que “se están tomando todas las medidas” para esclarecer lo ocurrido. Sin embargo, las denuncias continúan apareciendo, lo que pone en duda la efectividad de esas medidas y evidencia una tendencia preocupante dentro del sistema de formación castrense.

¿Disciplina o abuso? Un problema estructural

Los defensores del modelo militar sostienen que la dureza de la formación es necesaria para forjar carácter y resistencia en los futuros miembros de las fuerzas armadas. Sin embargo, cuando esa exigencia cruza la línea del maltrato físico y psicológico, se transforma en un problema de derechos humanos.

El patrón de agresiones dentro de las academias militares sugiere que no se trata de casos aislados, sino de una dinámica en la que el abuso es visto como parte del proceso de formación. La pregunta que surge es: ¿hasta qué punto estas prácticas están normalizadas dentro del sistema?

Si bien las autoridades tomaron acciones en algunos casos puntuales, la reiteración de hechos sugiere que el problema es más profundo y que las sanciones individuales no son suficientes para erradicarlo. Es necesario preguntarse si existen mecanismos internos de denuncia efectivos o si el miedo a represalias impide que más víctimas se animen a hablar.

Un desafío para las autoridades

La intervención en el COMISOE representa un intento por esclarecer los hechos recientes, pero el desafío de fondo sigue siendo transformar la cultura institucional de estos espacios. Más allá de investigar y sancionar a los responsables directos, las autoridades deben replantear los métodos de formación y establecer controles más rigurosos para evitar que la violencia se perpetúe.