Si bien tradicionalmente se asociaba a personas mayores de 50 años, las estadísticas actuales muestran una tendencia preocupante: 1 de cada 5 personas diagnosticadas con cáncer de colon es menor de 50 años.
Este dato muestra que existen factores de riesgo modificables que pueden prevenirse con hábitos saludables. Según el Dr. Antonio Danei, especialista en el tema, hay cinco factores principales que pueden contribuir al desarrollo del cáncer de colon. Entre ellos, la alimentación juega un papel clave, así como el equilibrio de la microbiota intestinal y el ejercicio físico.
A continuación, analizamos estos factores en profundidad y brindamos recomendaciones sobre cómo reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Factores que pueden aumentar el riesgo de cáncer de colon
1. Una dieta baja en fibra: el impacto en la salud intestinal
La fibra es un componente esencial para la salud digestiva. Su consumo adecuado ayuda a regular el tránsito intestinal, favorece la eliminación de toxinas y reduce la inflamación del colon. Sin embargo, la alimentación moderna, basada en productos ultraprocesados y refinados, ha generado un déficit de fibra en la dieta de muchas personas.
Se recomienda consumir entre 25 y 35 gramos de fibra al día, lo que se puede lograr incluyendo en la dieta los siguientes alimentos:
• Legumbres (lentejas, garbanzos, porotos)
• Frutas y verduras (manzanas, peras, espinaca, zanahoria, brócoli)
• Cereales integrales (avena, arroz integral, pan de centeno, quinoa)
• Frutos secos y semillas (almendras, chía, lino, nueces)
Una alimentación baja en fibra puede provocar estreñimiento crónico, inflamación intestinal y acumulación de toxinas, lo que favorece la aparición de pólipos y, eventualmente, el desarrollo del cáncer de colon.
2. Disbiosis: el desequilibrio de la flora intestinal
La disbiosis intestinal es un término que se refiere a un desequilibrio en la microbiota intestinal, es decir, en las bacterias que habitan nuestro sistema digestivo. Estas bacterias desempeñan un papel fundamental en la digestión, la absorción de nutrientes y la regulación del sistema inmunológico.
Cuando la flora intestinal está desequilibrada, pueden proliferar bacterias dañinas que generan inflamación crónica en el colon. Además, la disbiosis no solo se ha relacionado con el cáncer de colon, sino también con otras enfermedades como la diabetes tipo 2, afecciones cardiovasculares y trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad.
Para mantener una microbiota intestinal saludable, es importante:
• Aumentar el consumo de fibras y prebióticos (presentes en la avena, los espárragos, el ajo y la cebolla).
• Incluir probióticos en la dieta, como yogur natural, kéfir, chucrut y kimchi.
• Evitar el uso innecesario de antibióticos, ya que pueden eliminar tanto las bacterias dañinas como las beneficiosas.
• Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados, azúcares refinados y alcohol, ya que alteran la composición de la microbiota intestinal.
3. Falta de ejercicio físico: el impacto del sedentarismo
El sedentarismo es un factor de riesgo importante para el desarrollo del cáncer de colon. La falta de actividad física contribuye a la acumulación de grasa abdominal, la inflamación crónica y el estreñimiento, lo que puede favorecer la aparición de tumores en el intestino grueso.
El ejercicio regular ayuda a mejorar la digestión, reduce la inflamación y fortalece el sistema inmunológico. Se recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana, lo que equivale a caminar a paso rápido durante 30 minutos al día, cinco veces a la semana.
Algunos ejercicios recomendados para la salud digestiva incluyen:
• Caminatas diarias de al menos 30 minutos.
• Ejercicios aeróbicos como correr, nadar o andar en bicicleta.
• Ejercicios de fuerza como levantamiento de pesas o entrenamiento funcional.
• Yoga y pilates, que ayudan a mejorar la movilidad intestinal y reducir el estrés.
El ejercicio también reduce los niveles de insulina y otras hormonas relacionadas con el crecimiento celular, lo que puede disminuir el riesgo de cáncer en general.
4. Consumo excesivo de carnes procesadas y alimentos ultraprocesados
El consumo de carnes rojas y procesadas ha sido identificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un factor de riesgo para el cáncer colorrectal. Los embutidos, panchos, fiambres y carnes ahumadas contienen nitratos y nitritos, sustancias químicas que pueden transformarse en compuestos cancerígenos en el intestino.
Además, una dieta rica en alimentos ultraprocesados, como golosinas, snacks, gaseosas y productos con alto contenido de grasas trans y azúcares, puede generar inflamación crónica y favorecer la disbiosis intestinal.
Para reducir este riesgo, se recomienda:
• Disminuir el consumo de carnes procesadas y embutidos.
• Optar por fuentes de proteínas más saludables, como pollo, pescado, legumbres y frutos secos.
• Sustituir los productos refinados por versiones integrales y naturales.
• Evitar el consumo frecuente de bebidas azucaradas y ultraprocesados.
5. Consumo excesivo de alcohol y tabaquismo
El alcohol y el tabaco también están directamente relacionados con un mayor riesgo de cáncer de colon. El consumo excesivo de alcohol puede irritar el revestimiento del colon y generar inflamación, mientras que el tabaco introduce sustancias tóxicas que afectan el ADN de las células intestinales.
Se recomienda:
• Limitar el consumo de alcohol a no más de una copa al día en el caso de las mujeres y dos en los hombres.
• Evitar el tabaquismo, ya que no solo aumenta el riesgo de cáncer de colon, sino también el de pulmón, esófago y estómago.
La importancia de la prevención
El cáncer de colon es una enfermedad que, en muchos casos, puede prevenirse con hábitos de vida saludables. Detectarlo a tiempo es fundamental para mejorar el pronóstico, por lo que es importante realizar chequeos médicos regulares, especialmente para aquellas personas con antecedentes familiares de la enfermedad.
Algunas medidas de prevención incluyen:
• Realizar una colonoscopía periódica a partir de los 50 años, o antes si hay antecedentes familiares.
• Mantener una dieta equilibrada, rica en fibra y baja en alimentos ultraprocesados.
• Practicar ejercicio regularmente.
• Evitar el alcohol y el tabaco.
• Cuidar la microbiota intestinal mediante el consumo de probióticos y prebióticos.
Dado el aumento de casos en personas jóvenes, la concienciación y la educación sobre esta enfermedad son esenciales. Aún estamos a tiempo de reducir el riesgo mediante una alimentación adecuada, el equilibrio de la flora intestinal y la actividad física. Cuidar nuestra salud intestinal es clave para evitar no solo el cáncer de colon, sino también otras enfermedades crónicas.